La Costa Brava

Nuestra agenda la dirigen nuestros niños, así que allá que nos fuimos a verlos, 700 Kms. hasta el golfo de Rosas, eso sí en varias etapas, pero mereció la pena. Sus playas interminables, sus calas mágicas, sus transparentes fondos, sus colores inigualables, el agua un poco fresquita, tonificante, estimulante, su cultura:  ahí nació el comercio fenicio que atravesó el mediterráneo  iniciando el trasiego de pueblos que han colonizado la península ibérica. Cuna de artistas imaginativos como Marc Chagall, Picasso, Rusiñol o Dalí  dominantes de los mil colores que crean su luz espléndida.

 Desde el Cerro Montgo, divisando todo el golfo de Roses, con el cabo Norfeu, Ampuria Brava y el sombrero de paja, pues quemaba el sol. El término Costa Brava fue publicado por el periodista Ferran Agulló en las páginas de La Veu de Catalunya el 12 de septiembre de 1908. Con esta expresión el periodista quería describir el paisaje agreste y escarpado que caracteriza gran parte de la zona costera.

 En el "camí de ronda" desde l'Escala hasta San Martín de Ampurias, escultura en honor a los músicos de las bandas que aquí tienen gran tradición y afición. ¿Acompañan al viento o es el viento el que al pasar por sus instrumentos crea la música, dominado eso sí por las hábiles manos de los artistas?.

 Una cala pesquera, las anchoas son típicas de esta zona. El pueblo aún tiene el trazado antiguo de callejuelas estrechas y empinadas.

Y las ruinas de Ampurias, donde se establecieron, fenicios, griegos y romanos, atraídos por su industria de pesca y salazón, ya en el s. II a. de C.

 Las dunas en esta parte del camino están protegidas con gran cuidado pues son frágiles y la naturaleza hay que venerarla.

 Desde S Marti, se podía ver el arranque del tramo de playa de Sant Pere Pescador donde estuvimos en el camping con nuestros nietos.

Un paseo por las calles de este pueblo tan encantador, lleno de evocaciones medievales.

No pude resistirme a la tentación de este arco. Debió de ser una gran construcción si tenía esta enorme ventana.

Los pinos llegan hasta el mar, creando estos rincones tan soberbios. El añil  marino completa la estampa.

 ¿Pero quién viene aquí? una excursión de piraguas que se adentran por los vericuetos de la piscina natural que encontramos en Llansá. Fue la foto del día. ¡cómo me hubiera gustado surcar el mar en una de ellas!

La cala Montgó donde también pernoctamos y nos quedamos unos días. Ya pondré más fotos pues el viaje no tiene parangón.