Esto son las impresiones de Juan Ignacio a una visita que ha hecho a la Puerta del Sol, donde ya sabeis que están acampadas muchas personas en un movimiento que se llama 15-M. Si os gustan difundirlo a vuestros contactos.
Asunto: Dos horas de lunes al sol...en Sol
Antes de llegar al kilómetro cero de la -dicen algunos-, primera revolución mundial, ya me asaltan las consignas y leyendas que cuelgan de las banderolas: "pues aquí estamos vivos, parece", "lo conseguimos antes de que nos dijeran que iba a ser imposible", "democracia podrida: votamos a quienes nos asquean para no votar a quienes nos dan miedo", "una noche cualquiera amanecerá en Sol"... Sorteo el tráfico que se escurre a hurtadillas por un lateral de la plaza y penetro en el tinglado, "la primera ciudad-estado de la nueva era", aseguran. Tiendas de lona, alfombras, retazos de moqueta vieja, sillas, mesas y estanterías de plástico, mostradores de tabla, colchones apilados o de servicio, cordeles cruzando el aire a cualquier altura, cartelones que penden de ellos con escritos muy sesudos, utillaje de segunda o tercera mano pertrechando la intendencia y, sobre todo, papeles, muchísimos papeles empapelando la Puerta del Sol entera, desde la modosa Mariblanca al entrañable oso con su madroño, pasando por la fachada completa de un edificio en rehabilitación, frontero al famoso reloj que sí marca las horas de la Historia, y por la nueva marquesina poliédrica de acceso al Metro. Cada papel tiene su sentencia, su proclama, su queja, su exhortación o su verdad particular. Millones de palabras para elevar las conciencias, para aclarar la empanada mental de los últimos 200 años de este país.
Me paseo por el laberinto contestatario, huelo, toco, escucho y miro atentamente. Veo a muchos cientos de personas trabajando duro para erigir de la nada todo un movimiento organizado, una colmena bien estructurada, de desarrollo horizontal, relaciones igualitarias y servicios solidarios y autogestionados. Gente comprometida que se toma todo esto en serio y que desea aprovechar el tiempo, "esto no es un botellón, es la revolución", escriben. Me emociono un poco. Sí, parece que estos tíos van de veras; hablan de poner todo el planeta patas arriba. Nunca he presenciado un intento semejante. ¿Será cierto?
La acampada se divide en áreas: medio ambiente, feminismos, sostenibilidad, migración, información, relación con los medios, limpieza, alimentación, biblioteca, arte, comunicación audiovisual, guardería infantil, enfermería, cuidados terapéuticos, mantenimiento y reparaciones....Cada área dispone de su minicampamento propio, con sus grupos de trabajo para debatir propuestas y elaborar esquemas de acción, y una comisión que traslada sus conclusiones a las Asambleas Generales, donde todo se vuelve a debatir, analizar, filtrar, y finalmente se vota o no. Asambleas de mañana y tarde, con cientos de partícipes directos y miles de curiosos observando, tomando notas o sacando fotos. Se pide la vez en los turnos de intervención y, al final, uno tiene el micrófono para presentar propuestas positivas a la multitud de colegas. Varios de éstos traducen tus palabras a la gente mediante el lenguaje de signos. ¿Es que hay sordos entre los asistentes? Sí, algunos. Pero esto se hace también para simbolizar cómo los políticos en general llevan siglos haciendo oídos sordos a las demandas del pueblo. Se anuncian asambleas preparatorias de ciudadanos para el día siguiente en cada barrio o distrito de la capital y en cada pueblo de la comunidad, y las definitivas para cuatro días después, con el fin de multiplicar hasta el infinito, si es posible, por todas partes, esta ciudad-estado primordial. Intervienen docenas de ponentes para desmenuzar al detalle los problemas concretos que surgen en la acampada y, entre todos, se buscan soluciones prácticas. Mientras, los altavoces generales advierten contra los intrusos "Hay algunos pidiendo dinero en nombre de la organización. Les están engañando. Aquí no admitimos dinero"...y contra los errores internos "algunos están faltando al respeto a ciertos medios de comunicación. Por favor, que haya tolerancia y buenas maneras para todos, sean quienes sean. No vamos a ponernos a su altura. El mundo entero nos está mirando. Tenemos que dar ejemplo del comportamiento que se espera de nosotros. Pretendemos construir una democracia real ¡ya!"
Sí, da la impresión de que quieren esforzarse en hacer algo distinto, en crear una sociedad más humana y justa. Execran a los políticos al uso, dicen que han vendido el país a las multinacionales, a las grandes empresas, a los bancos, los consideran traidores al pueblo. Abominan del poder financiero, el verdadero Poder Mundial, afirman, los mandamases de aquéllos. Les resbala completamente las recientes elecciones municipales y autonómicas. Ellos están a otra cosa. "PP y P.S.O.E., la misma mierda" proclaman. "Vota a los de siempre y te volverán a joder como siempre" "Poco pan y demasiado chorizo", etc, etc.
Prosigue la asamblea bajo un sol implacable. Todos se dan ánimos, que el impulso no decaiga. Estarán, como mínimo, una semana más en Sol. Saben que los próximos días van a ser duros. Muchos sentirán la tentación de abandonar. Necesitan más savia nueva, más gente que se incorpore y se remangue. Exigen que el planeta deje de mirar y plante una nueva ciudad-estado en cada plaza, en cada parque. en cada playa, en cada monte, hasta más allá del horizonte. Antes de irme, deposito mi humilde contribución en el buzón de nuevas propuestas. "Encabézalas según el apartado al que pertenezcan: economía, pensamiento, política, cultura, sanidad, educación, medio ambiente..." reza el cartel informativo. Y yo me digo: "¡Hay que ver lo bien que se organizan estos tíos!". Y les obedezco. Después, me vuelvo a casa, pensando: "Menos mal que no toda la sociedad está dormida" También para eso hay un cartel en el kilómetro cero momento cero de la posible/imposible Primera Revolución Mundial: "Los que dicen que estamos dormidos que se pasen por aquí. Tenemos muchos sueños para ellos".
Juan Ignacio Herrera García