martes, 17 de julio de 2018

Crucero por el Báltico

Y comenzamos nuestro segundo crucero, con el sabor esta vez de explorar latitudes boreales nuevas para nosotros. Nos esperaba St. Petersburgo con el Hermitage en Rusia y Copenhague de Dinamarca como final de travesía, aunque entremedias visitaríamos Warnemunde en Alemania, Helsinki en Finlanda y Tallín capital de Estonia. Pero ¿porqué tienen tanto éxito los cruceros? Oías -pues yo es el cuarto que hago-....Tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Uno de los atractivos es la animación que hay en la noche, en este que hemos viajado, en concreto de una naviera italiana pero que matricula el barco con bandera panameña, para ahorrarse impuestos claro, el Orchestra tiene cantidad de salones con música en vivo que amenizan la velada con música clásica de piano, violines e incluso cantante lírico, otro de Jazz y Bossanova, Folk, o Rock rabioso y si quieres jarana hay otro donde un equipo de animadores hace bailar a la gente con la música del momento, también pequeños concursos de actuaciones teatrales, juegos, clases de bailes como merengue o cha cha cha y un montón de divertimentos diferentes cada noche y por el dia. Y luego el número fuerte de los musicales en un gran teatro con cabida para 500 espectadores que con gran nivel presenta cada noche un espectáculo de danza inspirado en Noche  flamenca, París, Londres, Italia o en los musicales más famosos de la historia. Realmente salías cada noche con ganas de más, a esto se añade la gala donde presentan a los cuadros dirigentes del barco, con el Capitán al mando. Y que decir de la gala final. Una apoteosis de brillante colorido, donde también aparecieron parte de la tripulación que llega a unas 1.000 personas para 3.000 pasajeros. En fin varios restaurantes, un bufete variado y muy surtido. Dos piscinas que alternábamos con 4 jacuzzis a 37º y que aunque el tiempo estuviera fresquito daba gusto hacer sauna como los finlandeses. Un gimnasio donde hicimos yoga, con grandes cristaleras para no perdernos la navegación. Era una delicia cuando zarpábamos y dejábamos atrás el puerto o divisábamos las islas que jalonan la travesía...
Y luego están los lugares a visitar, los países a conocer, la cultura tan diferente a la nuestra, el clima tan extremo....

Zarpando de Warnemunde, Alemania, comienza la aventura en esta bonita ciudad germana con balneario y kilométricas playas de arena blanca, su nombre viene de boca del Warnow donde desemboca. La cifra cruceristas en España han alcanzado los 9 millones de personas en el año pasado.

Uno de los inconvenientes era manejarte por el trasatlántico, con 300 m. de eslora y 71 de manga. La verdad es que ese tema corría a cargo de Juan Ignacio que se orientaba mejor y siempre sabía donde estaba Popa o Proa, pues sino era fácil perderse entre 14 pisos e interminables pasillos.

A Warnemunde llegamos en una corta travesía en Bus desde Rostock donde volamos desde Madrid.
Tráfico incesante y animado, era una gozada ver cruzarse a los barcos llenos de pasajeros.

Bonito puerto deportivo, los alemanes son muy aficionados a navegar, al fondo las playas 

las gaviotas no dejaban de seguirnos, los pasajeros las alimentaban con cacahuetes
Los últimos rayos del atardecer en un apartado del bufete, lleno de mármoles y maderas nobles. Una pasada por unos breves días, que transcurrieron como en un sueño
 Pues atrevida aguantó el posado hasta no conseguir su ración de pan o frutos secos. Seguiré otro día con el itinerario. Ha sido muy intenso y lleno de emociones.
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