Y después de visitar Galiana, volvimos sobre nuestros pasos y comenzamos la senda en sentido opuesto, sin abandonar el Tajo y sus desfiladeros. |
Nos fijamos en el trazado de la carretera casi en el vacío apoyada sobre contrafuertes. |
También iglesias y conventos en lugares colgados en los altos.
Testigo mudo del devenir de los tiempos, cuanta agua habrá visto pasar desde su atalaya..... |
Seguimos la senda, hay mucho que descubrir, vamos encantados de la belleza del camino.
Y llegamos a la ciudad, altozanos, mudéjar, y ya los primeros turistas |
Desde el mirador, por fin encontramos una zapatería con grandes descuentos y pudimos cambiarnos de zapatos, nuestros pies agradecieron el confort, fuera la humedad. También el sol venció a la niebla y nos acompañó y mejoró la vista.
Desde aquí vemos el puente que salva al río Tajo en su tajo en el cauce y en la piedra.
Y va el Tajo camino de otras tierras, hasta que llegue al Atlántico, allá en Portugal y forme el incomparable mar de la paja en su desembocadura.
El palacio de Galiana al fondo, detrás del camino que sale del aparcamiento. Desde el miradero, que los toledanos dicen al mirador. Toledo tiene tantas visitas que seguro volveremos a que nos deleite.
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