Pero antes de llegar hicimos una breve parada en Navaluenga para visitar Venero Claro, una antigua residencia de Educación y Descanso que Caja Avila concertaba como lugar de veraneo para los niños abulenses. Mi sobrinos y mis hijas pasaron unas estupendas vacaciones en estas instalaciones. En la actualidad es un alojamiento rural.
Encinares, pinos y jaras, bosque mediterráneo, muchas fincas latifundistas de ganado, reseco por el estío. Indicación de la ruta que lleva al Valle de Iruelas en una hora más o menos.
Y llegamos a Burgohondo, 1.225 habitantes en el censo del 2017. Huerta feraz, el melocotón es un símbolo del lugar, pero este verano no se dio y nos dijeron que no había buena cosecha, no pudimos probarlos.
Rincones rurales que conservan algunas piedras de otras épocas. |
Mosaico con las numerosas pertenencias de la famosa Abadía, lo más importante de este pueblo a nivel artístico |
El Zaire, Grupo Escolar de bella traza en granito con gran valor social pues fue construido por los vecinos de Burgohondo, con su esfuerzo y su trabajo en los años 50 |
La gastronomía también hay que mencionarla, pues la huerta y la ganadería de estas tierras altas es estupenda y nos depara un buen llantar.
El sol del atardecer nos hacía guiños y jugaba a esconderse. A veces da tanta pena que se vaya el día que nos ha deparado tanta naturaleza hermosa. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario