Madrid en Manifestación 15-M, por Juan Ignacio Herrera

¿HOY EMPIEZA TODO?

De M-15 desde aluche

Eso rezaba una pancarta de la mani, sólo que en afirmativo. "¡Ojalá sea verdad!", pensé. En todo caso, lo de esta mañana parece un salto cualitativo en el movimiento 15-M. Cientos de miles de personas han sumergido las céntricas avenidas y plazas de Madrid bajo una marea entusiasta y reivindicativa en la que ha merecido la pena participar, aunque no se consiga absolutamente nada. Cientos de miles en la capital, ¿cuántas en toda España? Deseo que sean millones.
La mani no empezó muy bien en nuestro ramal del sudoeste, el número 6. Era desolador no ver ni una sola cara conocida del barrio, excepto la de Rosalía. Pero me negué a desolarme tan pronto y 300 personas partimos con buen ánimo de la estación de metro de Aluche, en dirección al lejano Congreso de Diputados. Miles de convecinos nos miraban, bostezantes y soñolientos, desde ventanas y balcones, y nosotros les invitábamos con un "¡No nos mires, únete!" Que si quieres arroz. Pero, sí, un lento cuentagotas de gente iba engrosando nuestra marcha. El ambiente se caldeaba gradualmente con una lluvia de eslóganes: "¡Que no, que no, que no nos representan!" "¡Esta crisis no la vamos a pagar!" "¡No hay dinero para tanto ladrón!" "¡Ni euros para tanto chupón!" "¡Ni pan pa tanto chorizo!" "¡Vecino, despierta, que el paro está a tu puerta!". Pero los viandantes nos contemplaban escépticos, pensando, quizá, que al menos su pensión no se la iban a tocar. "Esperad y veréis", me dije, compadeciéndoles.
El momento más emocionante de la mani fue, para mí, la confluencia en el metro de Oporto con el ramal que venía de Leganés y Carabanchel Alto. Ver y oír la ola rugiente de colegas descender por General Ricardos, entre el reverbero del asfalto y el temblor caliginoso del aire contaminado, con su bosque enarbolado de pancartas y banderolas, me sacudió las vísceras de un modo extraño. El choque interno se multiplicó cuando les abrimos pasillo hacia la cabecera de la manifestación en un retumbante homenaje de puños alzados y gritos estentóreos: "¡El pueblo unido jamás será vencido!" "¡Espe-espe-especuladores!". Después, la fragorosa muchedumbre -miles de personas ya-, se precipitó calle abajo en dirección al Puente de Toledo, donde nos esperaba un sol achicharrante y una sed repentina extrañamente proclive al mareo o al aturdimiento. Pero la pronta confluencia en Pirámides con la corriente humana que venía de Arganzuela nos recuperó algo para la causa.
La explosión multitudinaria entre la Puerta de Toledo y El Rastro nos despabiló del todo y nos hizo comprender que ahora empezaba lo más interesante. Los noctámbulos o comodones se nos habían incorporado al fin y, a juzgar por sus consignas habladas y escritas, parece que llegaban muy fresquitos: "¡Despertad, que planean quitarnos todo!" "¡Hay que preparar la huelga general!" "¡E indefinida!", apostillaba otro.

De en Atocha y en el Prado

Cerca ya del Museo Reina Sofía, una señora pequeña y gordita, asomada al balcón de un tercero, nos espoleaba con gestos y ademanes furibundos que provocaron aplausos y sonrisas, además de un grito unánime: "¡Tú, tú, sí nos representas!".
Ya en la Glorieta de Atocha, la manifestación del 19-J empezó a adquirir dimensiones apabullantes al juntarse con el gran ramal del Sur. Los homenajes mutuos y lemas estentóreos se recrudecieron: "¡Indignados, que no indignos!" "¡Secretas, go home!" "¡Infiltrados, se os ve el plumero!" "¡Reventadores, guardaos bien los cojones!" "¡Violencia, so políticos, es traicionar al pueblo sirviendo a los Grandes Señores!".
Por el paseo del Prado agradecimos, como un prodigio del cielo, la sombra de casi centenarios árboles que más de un poderoso ha tenido intención de cargarse. Miles de turistas nos asaeteaban con sus flashes digitales mientras un pobre perro, manifestante a la fuerza, reventado de calor y fatiga, pretendía hacerle huelga a su dueña tirándose al asfalto inclemente, sin que sirvieran de nada los ruegos y promesas de ésta. Gloria, buena samaritana siempre, intercedió por el chucho la mar de apenada.
Sólo pudimos avanzar otros pocos centenares de metros. Mucho antes de llegar a la plaza de Neptuno, el súbito parón se reveló definitivo. Ya no cabía un alfiler hasta el aún lejano Congreso de los Diputados. Pura ilusión el pretender siquiera alcanzar a divisarlo. Sin duda, las columnas llegadas de otras zonas de la capital se nos habían adelantado ocupando todo el espacio disponible. Así que improvisamos una cómoda sentada sobre el césped del Paseo, frente a la estatua de Velázquez y el famoso Museo del Prado, orgullo del mundo del Arte y ahora, por un rato, observador del escándalo de la política institucional. La otra, la Política con mayúscula, la del pueblo llano y nuevamente pisoteado, parecía mostrarse al fin un poco oronda y ufana, después de décadas de postración. Me acordé, entonces, de otras consignas y eslóganes de la mani: "Se alquila esclavo económico" "Pueblo manso, buen esclavo" "Que no estaba muerto, que no, que estaba tomando...". Estaba tomando la fascinación del consumo desenfrenado, pensé para mis adentros, el afrodisíaco del dinero, el elixir de la vana ostentación; estaba anestesiado, penosamente insensible y narcotizado por el hechizo del mercado, estaba drogado por la grotesca propaganda oficial de los medios de idem, llamados absurdamente de "comunicación".
Ahora parece, repito, parece que recién empieza a despertar. ¿Hasta dónde llegará su desperezo? ¿Hasta poner realmente en apuros a los Amos del Universo?... Habrá que verlo. De momento, supongo que los "representantes del pueblo" querrán contentarlo con alguna chuchería, a modo de zanahoria para el burro. Después, me temo, vendrán los palos, muchos palos. ¿Cómo reaccionaremos?
JUAN IGNACIO HERRERA