El tiempo no era demasiado prometedor, pero desde cuando nos ha importado la lluvia? Pues allí que nos fuimos para volver a ver el imponente Txindoki y su majestuoso pico enseñoreándose de la sierra. |
La arquitectura de las casas es recia y coqueta a la vez, con ese toque admirable que tiene el caserío vasco |
No podía faltar el pequeño frontón tan arraigado en el P. Vasco para que los niños y mayores practicaran el juego de la pelota. |
Espectacular balcón al praderío y las montañas en este caso cubiertas de niebla y lluvia, lo cual añadía aún más encanto al paisaje. |
El hato de paja preside la plaza, una muestra clara de la vocación agraria de estas tierras. |
Tome la foto por que de las ramas pendían gotas de agua cual lágrimas mágicas....pero no salieron, al acercarse se opacaron. |
Ya las chimeneas anunciaban la leña del fuego de las estufas, y el pequeño huerto para uso familiar. |
1 comentario:
Gloria todo bonito....pero ese balcón con los bancos sobre el paisaje verde...precioso. Angie.
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