LOS SUPER AITONAS

El pronóstico de la meteorología no podía ser mas claro, temporal con vientos fuertes de 100 a 150 km/h. Y se cumplió, vaya que si se cumplió. Pero da igual, para unos superabuelos con ganas de ver a su recién nacido nieto. Así estaba la Cabrera cuando el viernes iniciamos el viaje contra viento y marea...

No sé si se ve bien el arco iris, era como un anuncio del gozo de ver al niño, tan pequeño y a la vez tan despierto. Nos esperaban momentos muy gratificantes. El domingo en el desayuno, en brazos de su aitona, estaba tan sereno, con una gran tranquilidad, todo lo miraba (sobre todo a nosotros jeje)

El toro de Osborne me impresionó verlo aparecer en el vendaval. Para los que no son de aquí diré que esta figura pertenecía a una campaña publicitaria del coñac "Osborne". Cuando prohibieron las vallas publicitarias en las carreteras, al toro lo indultaron, por ser un emblema.

En la costa los vientos alcanzaron velocidades de 170 km/hora, este árbol lo vimos al levantarnos, desde la ventana. Además se voló la claraboya de los trasteros, y un armario de la terraza se cayó al suelo. En la tarde del Domingo vimos un rayo de sol y corrimos a ver el mar y las olas gigante, pero no pudo ser, cuando llegamos nos cayó una granizada que creíamos que nos rompía el cristal del coche, y a las 5 de la tarde se puso negro como la boca de un lobo.

Nevada del viaje de vuelta, si el de ida fue de película, el de regreso ha sido tremendo, cuando adelántábamos un camión, se nos ponían de corbata -quiero decir que la garganta de repente se te queda seca- (la visibilidad es casi nula) y nos ha tocado adelantar a todos los camiones habidos y por haber.

De todas formas hemos cumplido el objetivo, le hemos cambiado, hemos hecho de canguro, mientras los padres atendían a las visitas, se ha dormido en nuestros brazos, nos ha sonreido, si, el viaje ha merecido la pena.